jueves, 26 de febrero de 2009

El Yeti vasco

Basajaun, el señor del bosque. Descrito como un humanoide de gran fuerza, cubierto por un espeso pelo, con melena pelirroja y con uno de sus pies de planta circular, como la pezuña de una ternera. A pesar de su aterrador aspecto, se le tiene por protector de los rebaños, avisando a los pastores mediante gritos y silbidos de la llegada de tormentas o de la cercanía de lobos. A cambio de esta tarea sólo pide un trozo de pan duro, que el pastor debe dejar abandonado en el bosque para evitar cualquier contacto con la criatura.
Al atribuirle inventos y novedosas técnicas agrícolas, algunos antropólogos se han preguntado si el Basajaun, personaje ya presente en la Iberia prerromana, tuvo un origen más real que legendario: una especie de Yeti o Sasquatch que habitaba aquellos bosques antes de la llegada de los primeros pobladores vascos y cántabros. Una de las posibilidades barajadas insiste en que el Basajaun no es más que el recuerdo legendario de una época en la que neandertales y cromañones convivieron en los espesos parajes del norte peninsular. No es descabellado que los cromagnones hubieran divinizado a la extinta raza, poseedora de una tecnología avanzada y muy adaptada a su entorno, los bosques europeos. La descripción del Basajaun concuerda increíblemente con lo que pudieron ser los huidizos neandertales: fuertes, velludos, tímidos y sumamente inteligentes.
Aún hoy en día, en el ámbito vasco-francés y pirenaico, se siguen escuchando testimonios de pastores y conductores que ven a lo lejos hombres peludos cruzar con cierta pereza caminos y carreteras comarcales.

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