miércoles, 19 de noviembre de 2008

Los arquitectos, por Gironella

Tengo entre mis manos un libro precioso y desconocido. Se titula El Mediterráneo es un hombre disfrazado de mar y está firmado por el escritor José María Gironella, el culpable de la obra maestra Los cipreses creen en Dios. Extraigo unas líneas que me han gustado, me identifico totalmente con su crítica a una peligrosa especie: el arquitecto moderno.

Los arquitectos como Le Corbusier deben ser, supongo, formidables innovadores, pero yo los tengo, junto con los banqueros, por los responsables del insensato urbanismo actual, de la mascarada planetaria, que tiene algo de impuro, de corrosivo y satánico, de resentimiento y venganza contra no se sabe qué. Han destrozado paisajes y hombres. Matan la intimidad del individuo y uniforman el mundo, arramblando con lo peculiar. Cuando descubren un lugar virgen eyaculan de placer. Diríase que aspiran a una Única melodía, a que suenen lo mismo un saxofón que un clavicémbalo. Ponen la tradición, el trópico, la nieve, los niños, las terrazas y las alcobas al servicio de materiales resistentes pero de nobleza discutible, tales como el aluminio, el cemento, el plástico. La Naturaleza debiera encarcelarlos en celdas de piedra seca, como las de Edmundo Dantés y el abate Faria.

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