
Traté de ampliar el horizonte alternativo de nuestra música popular incorporando las fábulas de otros países, desde el Maghreb hacia el Medio Oriente, para volver a encontrar los rasgos de una historia legendaria de intercambios, de viajes e influjos recíprocos.
De Nápoles al Gargano, a la Calabria. Aquellas voces, aquellas melodías y aquellos bailes me llevaban hacia Argel, hacia Oran y hacia Casablanca. Y más allá, al Cairo, a Etiopia, a Mozambique. Cada etapa es un descubrimiento, es reconocer la estela de una emoción y de un proyecto. Es un camino alternativo respecto a la lógica devastadora del business y de la allanante globalización contra la cual están combatiendo en silencio los tambores de todas las aldeas.
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